EL LLAMADOR de Capilla Cofrade

viernes, 14 de septiembre de 2012

LA TÚNICA DE JESÚS NAZARENO DE LA VERA+CRUZ. Por Fernando Curiel Palomares


Cuando contemplamos las espeluznantes escenas de la película “La Pasión” de Mel Gibson, es casi inevitable hacer una reflexión y preguntarnos por qué en la Semana Santa andaluza las Imágenes de Cristo son revestidas con lujosas prendas y túnicas bordadas, tan alejadas de lo que tuvo que ser la realidad histórica del pasaje del Evangelio que se quiere representar. Este hecho causa confusión, cuando no una frontal oposición por parte de los sectores menos “capillitas” que, desde la ignorancia, llegan a escandalizarse por el derroche de riqueza que ostentan nuestros Titulares.


Pero no hay que olvidar que absolutamente todo en nuestra Semana Santa tiene, más allá de lo puramente estético, un significado simbólico, tan rico en matices y enseñanzas que su desconocimiento nos puede hacer perder gran parte del mensaje de la celebración pasionista. 

Por el Evangelio podemos conocer cómo era realmente la túnica de Jesús: “Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados" (Jn 19, 23-24).

Como vemos, se dice expresamente que la túnica era tejida de una sola pieza, sin costuras. Ésta era la manera en la que se tejían en Israel las vestimentas del sumo sacerdote. Ya en esta prenda inconsútil, que según una preciosa tradición fue realizada por la propia Virgen María para su Hijo, podemos intuir que el significado último de la túnica de Jesús Nazareno de la Vera+Cruz (y de todas las imágenes del Señor) está relacionado con el Sacerdocio de Cristo.

Ahondando aún más en las Sagradas Escrituras, podemos ver que desde que Adán y Eva se trenzaron "hojas de higuera" para cubrir su desnudez (Gn 3, 7), el ser humano en su gran mayoría jamás ha renunciado a la costumbre de confeccionar ropa para cubrirse. La ropa puede satisfacer diversos fines: para protegerse de las inclemencias del tiempo (abrigo); cumplir con las exigencias del usuario (estética); identificar a la persona que le lleva puesta (secular o religioso); etc. Así, en el antiguo Israel los hebreos llevaban túnicas de varias clases: la historia de Jacob refleja que la túnica de José era más rica que la de sus hermanos y que en días de penitencia llevaban unas túnicas estrechas de color oscuro. Moisés recibió la orden de hacer "vestiduras sagradas" para el sumo sacerdote, "vestimentas para honra y hermosura" (Ex 28, 2). También en la parábola del hijo pródigo, cuando el padre ve el arrepentimiento del hijo, le perdona y manda a sacar “el mejor vestido” y hace que lo vistan.

En el caso del sumo sacerdote, la ropa que él usaría en función de su investidura sacerdotal, respondía a expresar simbólicamente el valor del sacerdocio y le ayudaba a proyectar una imagen o un mensaje. Estas vestimentas estaban realizadas con lujosos tejidos (lino torcido, azul, púrpura, carmesí…), y estaban ricamente recamadas y bordadas en oro y adornadas con abalorios, campanillas y piedras preciosas.

El sumo sacerdote era constituido a servir a favor de los hombres al presentar sacrificios y ofrendas ante Dios por los pecados de Israel. Jesucristo es el Sumo, Eterno y Verdadero Sacerdote, el único Intermediario entre Dios y los hombres, "porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Tm 2, 5-6). Es por ello que en la celebración de la Semana Santa, las Imágenes de nuestros Cristos se revisten de túnicas lujosamente bordadas, destacando el papel de Sumo y Eterno Sacerdote de Cristo, que se sacrifica en el Calvario para la Salvación del género humano. 

D. Manuel Garcerán capellán y párroco de la yedra y Juan Lucena Raya mostrando la túnica del Señor, año 1949

Centrándonos ahora en la pieza que nos ocupa, la túnica del Señor de la Vera+Cruz es una soberbia obra magistralmente realizada por las monjas Franciscanas Clarisas del Convento de Santa Catalina de Baeza en 1949, siendo Hermano Mayor de dicha Cofradía D. Juan Lucena Raya. De este monasterio salió la incomparable trilogía de túnicas bordadas que visten a los tres Nazarenos de Baeza: Vera+Cruz (1949), Paso (1961) y Caída (1992). 

Nos encontramos con una pieza de excepcional valor por sus características y su extraordinaria belleza. Es una túnica de cola de terciopelo de seda de color granate (iconográficamente, el color granate se asocia a la realeza, la dignidad, el poder y la nobleza; simboliza la Sangre derramada por Cristo en su Pasión, su Sacerdocio y su Majestad), bordada en oro fino, cuya ornamentación se distribuye en torno al cuello y pecho del Señor, las bocamangas y el borde inferior del faldón, además de la parte delantera y la cola, quedando lisa la zona correspondiente a los costados del Nazareno.

El terciopelo que le servía de base antes de su reciente restauración procedía de unos cortinajes que conformaban el dosel del Salón de Sesiones del Ayuntamiento, que, al ser restaurado en la década de los 40, fueron sustituidos y regalados por la Corporación Municipal a la Hermandad de la Vera+Cruz.

Hay que anotar que desde la primera salida del nuevo Nazareno de la Vera+Cruz en 1945, al no tener túnica propia, vistió durante algunos años una que había enviado desde Madrid para el Señor del Rescate D. Andrés Trillo Marín, Canónigo de la Catedral de Madrid, que había sido Párroco de San Andrés de Baeza y Canónigo de Baeza y que no era utilizada, pues todavía no se habría reorganizado la Cofradía del Rescate. En esta época, cuando el Cristo estaba en su capilla, vestía una túnica igual a la de los penitentes, de estameña color marrón, peto de paño negro con la cruz verde y cíngulo de cordel de cáñamo.

El bordado de esta prenda está conformado por distintos tipos de hilos de oro: el “de aguas”, muestra u oro liso, un cabo de seda cubierto con láminas de plata dorada; el “peñasquillo”, que toma de base el hilo de muestra trenzado consiguiendo una espiral muy marcada; el “torzal”, de aspecto rugoso; el “canutillo”, un hilo de oro extremadamente fino enrollado a modo de espiral para conseguir una forma de cilindro hueco; y la “hojilla”, una laminilla plana de plata dorada que dota a la túnica de gran riqueza, con sus texturas metalizadas. Estos hilos de oro, así como otros materiales de bordado (lentejuelas, pedrerías, etc.), eran suministrados al Convento de Santa Catalina por la fábrica “El Tirador de Oro”, de Valencia, regentada por Emilio Gómez, empresa dedicada desde 1835 a la fabricación de hilos de oro y plata fina y entrefina, galones, flecos, agremanes, lentejuelas y pasamanería en general en oro y plata hechos con la más pura tradición artesanal.



En cuanto a la composición del dibujo, en la parte superior de la cola encontramos como motivo central un ramo ligeramente asimétrico, conformado por multitud de elementos vegetales: rosas idealizadas, del tipo “hoja de col”, lirios, pequeñas florecillas, hojas de distintos formatos y tamaños (palma, acanto, olivo, etc.), todo ello enriquecido con lo que en el argot de los bordadores se conoce como “labores de relleno”: rabitos de vid, lentejuelas, tallos, detalles de pedrería, etc. Esta decoración vegetal hace alusión a la Resurrección, al “florecimiento” a la Nueva Vida y a la Victoria de Cristo sobre la muerte. 

De este ramo salen, dispuestos de forma simétrica, tallos o ramas de acanto, que al extenderse por la superficie se convierten en zarcillos, líneas de doble curvatura más o menos vegetalizadas y plenas de movimiento. La mayoría de ellos están rematados en forma de voluta o espiral, llamándose entonces roleos, entrelazados en forma de ese, que dotan al conjunto de armoniosos ritmos siguiendo los cánones más puramente clásicos, extendiéndose hacia la zona inferior, desarrollándose en la cenefa perimetral y prolongándose hasta abrirse el dibujo en forma triangular, conformando la parte delantera.

 

Estos tallos o zarcillos se complican sobremanera al partir de ellos gran cantidad de elementos vegetales: hojas de acanto, vid, laurel y olivo, más o menos puntiagudas; flores, como margaritas de distintos tipos y tamaños, rosas, pequeños festones o guirnaldas de las que cuelgan diminutas hojitas. Muy características de esta obra, como en otras salidas del mismo Convento, son las grandes flores circulares o rosetas, formadas por cinco o seis pétalos trilobulados, en las que las puntadas de hilo dibujan rombos u otros entramados, y que están enriquecidas con lentejuelas, abalorios, laminillas y pequeñas cuentas. Los motivos antes mencionados también se repiten en las bocamangas, a menor escala. Tanto éstas como el cuello están ribeteadas por puntas de hilo de oro y encaje de blonda. La zona de la cola estaba rematada por flecos de oro antes de ser restaurada; ahora un cordón de oro bordea este contorno. 


El avanzado estado de deterioro que presentaba la túnica motivó que en 2004 fuera restaurada y pasados los bordados a nuevo terciopelo granate por las Madres Dominicas del Monasterio de la Purísima Concepción de Jaén. En efecto, la pieza mostraba zonas desgastadas producidas por el roce del cordón que ciñe a la Imagen del Señor en la cintura, así como desgarros en el orificio que sirve para salvar el anclaje de la cruz, en el hombro izquierdo. La continua manipulación también motivó que se estropearan las más delicadas piezas de pedrería. Hay que tener en cuenta que el terciopelo base era mucho más antiguo que la propia confección de la túnica, y también presentaba partes descoloridas, chafadas y arrugadas, probablemente por alguna lluvia caída en tantas Madrugadas expuesta a los agentes atmosféricos. 

Estado de conservación de la túnica un año antes de ser restaurada  y su posterior entrega ya restaurada por las  Madres Dominicas del Monasterio de la Purísima Concepción de Jaén.

En dicha restauración se modificó levemente la distribución de las piezas, aunque afortunadamente se conserva la gran mayoría de las mismas. Al entrañar gran dificultad el pasado “tal cual” de los elementos de relleno al nuevo tejido por estar muy estropeados, fueron sustituidos por otros, a base de pequeñas hojitas y caracolillos. Además, en varias zonas la túnica se ha visto enriquecida con nuevas piezas y motivos reticulares de agradable efecto estético. 



La túnica del Nazareno de la Vera+Cruz ha sido exhibida en varias muestras y exposiciones, como la celebrada con motivo del 450º Aniversario Fundacional de la Hermandad de la Vera+Cruz, en la Sala de Exposiciones de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos “Gaspar Becerra”, en marzo de 1990; en la exposición organizada por la Agrupación Arciprestal de Cofradías de Baeza, con enseres de los Pasos de Cristo de nuestra Ciudad, en el mismo lugar, del 21 de febrero al 2 de marzo de 1997; o en la IX edición de la Muestra Nacional de Arte Cofrade (Munarco), celebrada en el edificio de las Reales Atarazanas de Sevilla del 21 al 30 de enero de 2005, entre otras. 

 IX edición de la Muestra Nacional de Arte Cofrade (Munarco), celebrada en el edificio de las Reales Atarazanas de Sevilla del 21 al 30 de enero de 2005 

Desde el año 2001 se expone permanentemente en las dependencias de la Casa-Museo de la Vera+Cruz. Anteriormente, y durante muchísimos años, la túnica se guardaba en el domicilio de la que fuera Camarera de la Hermandad, Dña. María Luisa Garrido Santiago, que amorosamente la custodiaba en un baúl de su propiedad. Este hecho ha motivado que dicha señora, recientemente fallecida, haya sido nombrada Camarera de Honor y que, como homenaje, todos los años el Cristo de la Vera Cruz realice una parada a las puertas de su casa.

Vitrina del Museo donde se expone la túnica. Casa de Hermandad de la Cofradía

La túnica bordada del Nazareno de la Vera+Cruz completa y redondea el significado catequético que cada Viernes Santo nos enseña su Cofradía: Jesús, como hiciera Isaac cuando cargó con la leña que serviría para su propio sacrificio, lleva la Cruz en la que será inmolado en el Calvario para la Salvación del mundo. Él es a la vez Sumo y Eterno Sacerdote y Víctima que se entrega por nosotros.

Bendice, alma mía, al Señor; 
Señor Dios mío, ¡cuán excelsa tu grandeza! 
Te has vestido de majestad y esplendor (Salmo 104)


fotografías: Archivo de la Cofradía

No hay comentarios:

Publicar un comentario